La morosidad comercial, aquellos impagos que se producen entre empresas, ha sido uno de los problemas más graves a los que se han enfrentado las pequeñas y medianas empresas (pymes), el principal tejido empresarial español, desde que empezó la crisis.

Desde 2008, más de 400.000 empresas en España han cerrado como consecuencia de los impagos, según la Plataforma Multisectorial contra la Morosidad, que cifra en 93 días el plazo de cobro efectivo frente a los 54 de la media europea.

Pere J. Brachfield, experto sobre el tema y autor del libro ‘Instrumentos para gestionar y cobrar impagados’, explica que en España la morosidad siempre «ha formado parte de la idiosincrasia y de la cultura financiera». «Abusar del crédito de los proveedores, de alargar los pagos, ha sido una forma de sustituir un crédito bancario, que es mucho más caro», añade.

Pese a ello, si este tipo de morosidad ‘voluntaria’ era la predominante la pasada década, la crisis ha hecho que la mayoría de los impagos sean «sobrevenidos» en la actualidad. Para intentar evitarlos, el experto recomienda las siguientes recetas.

1.- Prevenir

La mejor forma de evitar un impago es evitar que se produzca. «A veces es tan sencillo como gastarse 10 euros en un informe comercial, antes de vender a un cliente a crédito», afirma Brachfield.

2.- Atar bien la operación

«En muchas ocasiones sólo se realiza un contrato verbal, no se firma el pedido o el albarán no está bien sellado o cumplimentado». Todos estos errores pueden llevar a perder el dinero, ya que si no se puede demostrar que existe una deuda, no se podrá reclamar judicialmente.

3.- Control de la cartera de clientes

Es importante tener un sistema informático en el que cada día, o al menos cada semana, se actualice el listado de todos los pagos, los que se están produciendo y los que no para poder actuar con la máxima celeridad en caso de que sea necesario.

4.- Mejor un acuerdo amistoso

Frente a un cliente que pasa por una situación de iliquidez transitoria, lo óptimo es intentar un acuerdo amistoso, manteniendo la relación comercial y convenciendo al deudor para que pague voluntariamente. Es posible que sea necesario reclamar la deuda a través de cartas, e-mail, faxes, contacto telefónico o una visita personal.

5.- Actuar rápidamente

El tiempo, sobre todo en una crisis, es letal para el cobro de la deuda. «En los primeros 60 días desde que se detecta el impago es cuando hay más posibilidades de recuperar la deuda».

6.- La Justicia, último recurso

Es una opción segura -siempre que la deuda esté bien acreditada- pero demasiado lenta en la mayoría de los casos. «Pueden pasar casi tres años hasta que se ejecute la sentencia. Para entonces es posible que ya no quede empresa». Brachfield recomienda esta vía sólo cuando el deudor tenga patrimonio: «Si vas a demandar a una sociedad que está en quiebra técnica, la sentencia sólo servirá para enmarcarla en la pared».